Buclética

La obsesión, la repetición y el autoanálisis son elementos centrales en el trabajo de Karenina Gómez quien desde su formación en artes plásticas decide desplazar su trabajo hacia la manipulación digital, la imagen en movimiento y la animación.
Karenina Gómez
14 Jul 2017
22 Oct 2017

“¡Entrégate sin reserva a tus obsesiones!” Eso sugiere el animador checo Jan Svankmajer en su manifiesto decálogo escrito en el 1999; una declaración de intención, desde el surrealismo, de cómo dar forma a la práctica creativa.
La obsesión, la repetición y el autoanálisis son elementos centrales en el trabajo de Karenina Gómez quien desde su formación en artes plásticas decide desplazar su trabajo hacia la manipulación digital, la imagen en movimiento y la animación.
La animación existe antes del cine, pero lleva en su genética presagios de futuro y plagada de entornos artificiales hiperreales, visiones expandidas en 360º, la hipnosis del GIF y sobre todo la posibilidad de ruptura con la linealidad tradicional del cine–historia de entretenimiento.
En esta frontera inquieta entre análogo y digital, entre materiales plásticos y pixeles esta la reflexión artística de Karenina.
En su trabajo, el bucle, input que permite la repetición de una acción y que modela el código informático, se hace imagen como estrategia conceptual para la comunicación.
Repetir es, para Karenina, la forma de pensar del que hacer humano, desde la rutina hasta la obsesión. En estas obras la repetición se hace símbolo de la idiosincrasia e inercia colectiva; para Karenina existen dos lugares en los que le gusta husmear: la memoria personal y el presente colectivo.
Desde su fábrica privada -el estudio del artista en su hiper-conectada precariedad contemporánea- desmenuza, con el pensamiento analítico del animador, el movimiento, los cuadros y la solidez de la historia única.
Manipulando hábilmente el software crea relatos en los que el BIT (unidad mínima de información digital) contiene pasado, presente y futuro.
En un sistema en el que la producción de imágenes, incluidas las artísticas, es afectada por la incertidumbre de un contexto sociopolítico insatisfactorio del trabajo de Karenina y nos recuerda como la animación (viejo-nuevo medio) es el lenguaje perfecto para hibridar y romper estructuras.
La elección del bucle se transforma así en gesto político.
Texto: Lucia Cavalchini
Curador: Guillermo Santamarina
 
 

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