Punchis Punchis Punchis Pum Pum Punchis Punchis Punchis

Las obras de esta muestra exploran el lado más cínico de Manuel Solano. En estas pinturas y dibujos se plasman sus experiencias personales, a partir de su diagnóstico serológico y desde su condición como pintor invidente.
Manuel Solano
13 May 2016
07 Ago 2016

Las obras de esta muestra exploran el lado más cínico de Manuel Solano. En este sentido, es importante señalar la relevancia que tiene la obra de David Hoyle en la producción pictórica de Solano, especialmente el video Art Masterclass. En este performance, el álter ego de Hoyle, Divine David, da una clase sobre cómo pintar un retrato. Durante los cuatro minutos que dura la acción, Divine David realiza una caótica pintura mientras hace mordaces observaciones sobre el arte y los artistas; aplica directamente la pintura sobre el lienzo, la revuelve, le agrega mostaza y catsup. El resultado final es una pintura sumamente ácida, no solo por su aspecto, sino porque ésta se vuelve contenedor de los sarcásticos comentarios de su clase magistral. Para Solano este video es una revelación e influencia importante, apuntala su desenfadado interés en subvertir los medios y los materiales, los colores y las representaciones, los estándares y las expectativas del público.

Al mismo tiempo, en estas pinturas y dibujos se plasman sus experiencias personales, a partir de su diagnóstico serológico y desde su condición como pintor invidente. Solano usa textos que apelan tanto a la contemplación como a la lectura, son obras para observar a detalle, donde los colores y texturas se entretejen con lo escrito. Estos enunciados, hashtags, títulos de canciones y demás, nos comunican un pensamiento específico y a la vez el lenguaje se vuelve una imagen. No olvidemos que, sobre todo, Solano es un pintor y que sus reflexiones escritas son una extensión más de su práctica pictórica.
Aunque evidentemente la producción de Solano cambió después de que perdiera la vista, esta transformación es más formal que conceptual. Ya sea que haya un texto o una imagen, su obra sigue hablándonos de la conexión entre ciertos aspectos entrañables de la cultura pop y su vida privada. Manuel liga momentos de su narrativa personal a canciones, películas o figuras públicas como, por ejemplo, Fey, Annie Lennox y, más reiteradamente, Alanis Morissette. Cuando Solano representa o menciona a estas figuras no lo hace de manera absolutamente irónica. Por el contrario, se trata de una reivindicación de la relevancia que éstas tienen en nuestra cultura de masas, nos habla de una identificación con estos personajes excéntricos, con estas divas de lo alternativo que, como él, no encajan a la perfección, ya sea en la escena musical o en las etiquetas sociales que enfrentamos diariamente.
La obra de Manuel Solano escapa de la solemnidad del arte contemporáneo, se nos expone incómoda y rebelde. Él encuentra en su práctica como artista una forma de resistir a los valores moralizantes de una sociedad hipócrita y exigente. Como David Hoyle, se mofa de estas pretensiones que lo dejan fuera de ciertos espacios. Solano siempre ha sido un outsider y como tal, siempre ha padecido las consecuencias de ser quien es: padece en la escuela, padece en el museo y padece en el antro, cuando el punchis punchis punchis pum pum punchis punchis punchis de la música se torna repetitivo hasta el hastío y se da cuenta de que la fiesta nunca fue divertida. Isn’t it ironic… don’t you think?
Texto: Laos Salazar
Curador: Guillermo Santamarina

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